PUDRIR LA FIESTA CAPITALISTA

En el capitalismo actual no hay lugar para los débiles. Macri se rindió incondicionalmente a los Milei, con la Capital del PRO incluida. Las UCRs y otros, repartidos en varios frentes indistintos pero prácticos para venderse al gobierno y votar las leyes que los capitalistas preparan contra el pueblo. El peronismo llegó sobre la hora para la foto de “unidad”, con la que pretende capitalizar la bronca a lo que se vive y el miedo a lo que vendrá después de las elecciones Si el abstencionismo no se alza esta vez como “la fórmula ganadora”, no será precisamente por una explosión de amor entre el pueblo y la democracia. Ya que lo que prevalece, en el fondo, es el desplome de la confianza popular en todo el régimen de representatividad política. En otras palabras, nadie siente ya que su voto le vaya a modificar nada importante.
La crisis social a la que empuja el capitalismo está en la base de la insatisfacción de millones con el régimen político. Además, el Congreso parece un “mercado de pases” donde en vez de jugadores se compran diputados o senadores y las leyes que se voten no importan, porque Milei las veta a su antojo. La Corte Suprema, directamente trabaja de dictar fallos contra sindicatos, proscribir opositores y cajonear las causas del poder real. El periodismo “independiente”, es decir Clarín, arma campañas sucias como rutina o fabrica entrevistas de comedia, etc. El terrorismo de estado “de baja intensidad” (sic CFK) que cierra el círculo, se hará de “mayor intensidad” como correlato de la podredumbre republicana.
Netanyahu, denunciado internacionalmente por genocida, vendría a Buenos Aires para sellar el sometimiento de Argentina a Israel y EEUU, no solo en Medio Oriente. La base norteamericana en Ushuaia es una prueba carnal de esa misma orientación. Se entregará la privatización del agua y esperan hacer lo propio con Aerolíneas. YPF, por ahora no, ya que aun les deja muchos dólares en manos del estado. Pero las petroleras pro yanquis –Techint incluida– podrían quedarse con esa joya de importancia mundial si, al mismo tiempo, pueden correr a China del medio. Esta es la disputa de fondo. (ver Contratapa)
Para eso el FMI y la embajada norteamericana auspician la campaña de Milei, que compró el apoyo de la rancia y golpista Sociedad Rural y las compañías mineras, con los mismos recursos que acabó de sacarle a jubilados/as, personas con discapacidad, enfermos oncológicos –y no oncológicos–, personal de salud y científico, docentes, etc. El otro gran apoyo es el del grupo Clarín, que ganó la pulseada para embucharse Telefónica y ampliar más su oligopolio regional. La lista sigue. Pero ahí se explica el principal respaldo que aún da fortaleza al gobierno y disimula todo lo demás.

La economía real y la batalla cultural
El trofeo de Milei –superávit fiscal, inflación medida– lo sostiene de atrás el FMI y las grandes patronales, al menos hasta octubre. Pero los aprietes son ahora, para que apure las reformas pendientes, laboral, previsional, impositiva. El saqueo, es decir, el “plan económico” es mes a mes, pisando el dólar y robando la plata del pueblo para dársela a los ricos. Del estado, ni hablar: lo único “presente” que le queda es la represión y miles de nuevos espías diseminados hasta en la sopa (ver pág. XX)
Eso es la real batalla cultural. Es una ofensiva general del capital contra el trabajo, superadora de todo lo anterior en la explotación del trabajo, saqueo del país, coloniaje, corruptela millonaria y ferocidad represiva sobre la protesta social, la libertad de expresión y las garantías constitucionales. La prisión y proscripción de CFK superó la capacidad de asombro de muchos compañeros y compañeras que vieron allí un “colmo antidemocrático”, aunque solo es un adelanto del rumbo policíaco que van instalando.
El discurso supremacista es el soporte ideológico que acompaña estas causas de fondo. La “tontera” de algunos personajes no debe distraer que estos sectores reclutan adeptos en iglesias, en la policía, en la prensa, universidades, colegios y en la calle misma para formar propagandistas y dirigentes. Tienen financiamiento y respaldo internacional, y su método es un fanatismo sectario que no admite dudar cuando se dispara toda la cloaca oscurantista antiderechos y anticientífica.

Luchas sociales y activismo
Es inevitable que, si hay una etapa distinta, lo sean también los desafíos a los que estamos expuestos. La lucha por el Garrahan no es un ajuste más, sino un bisturí clavado en el corazón de todo el sistema público de salud, articulado con el desmantelamiento de los hospitales universitarios, el golpe al sistema de residencias y la precarización de los salarios para inducir la fuga del personal y destruir la calidad del servicio, allanando el camino a la poderosa industria privada de la Salud. Ese es el calibre de los planes capitalistas. Las formas de lucha se desprenderán de estas nuevas condiciones, no de esquemas sindicales tradicionales, agotados por la vía de los hechos. La unidad y masividad son posibles, una remota “asamblea antifascista” en Parque Lezama y el apoyo a los jubilados terminaron en marchas multitudinarias, que hicieron postergar planes al gobierno. La pelea por el Garrahan hay que ligarla a la educación, a la ciencia, a la salud, a las personas con discapacidad y sus familiares, a 2jubilados/as, estudiantes, asambleístas… (ver pág. XX) No hay forma de sustituir con aparatos luchas que deben dar las masas; eso es el pasado, lo mismo que reclamarle “un plan de lucha” a las corrompidas dirigencias sindicales, que para una lucha genuina están más cerca del arpa que de la guitarra. Si las CGTs convocaran algo serio, hay que sumarse a pegar contra el gobierno, pero su caducidad está a la vista de todo el pueblo, y es inútil reanimar un muerto. Se impone, además, la necesidad de unir acciones movilizadoras –condición indispensable– por la libertad de Cristina Fernández, que significa un mazazo a la cabeza de los derechos y garantías constitucionales.

El movimiento popular, el activismo, las izquierdas: Tenemos que ir por todo.
El régimen democrático capitalista y su correlato, la economía estatista, están agotados, no de ahora sino desde el siglo pasado. Lo que vino luego, un “veranito económico” y ciertos derechos, lo consiguió la rebelión popular de 2001, por mucho que nos roben también la conciencia. Es necesario practicar toda la unidad posible contra el gobierno, por abajo, por el medio o "por arriba", pero lo que está podrido es el capitalismo, no hay ninguna posibilidad que eso cambie ni con votos, ni con acuerdos regionales capitalistas, ni con todas las “consignas movilizadoras” juntas. Hay que enfrentar la realidad con luchas muy duras que debemos protagonizar las masas en la calle.
“¿Mientras tanto qué?” Desarrollar cada pelea, rodearla de solidaridad y aprender de ellas, para lo cual no hay fórmulas preestablecidas... pero todo ello, sobre la base de insistir en explicar con todos los argumentos posibles, que este sistema tiene una sola salida: su sepultura, a manos de millones de insurreccionados. No hay "atajos", no hay caminos “intermedios”, eso sólo abona una conciencia conservadora, una reaccionaria vuelta al pasado. Las supuestas "tácticas movilizadoras", o el apoyo electoral a sectores capitalistas como supuesto "mal menor" fracasaron, y mucho más lo harán ahora, cuando todo está infinitamente más podrido.
Nuestra construcción y perspectiva, aún en un escenario de creciente barbarie social y profunda desorientación política, es revolucionaria y socialista, y seguirá intentando orientarse en forma práctica por ese camino (ver Contratapa) en cada espacio donde es posible y necesario confluir, en la acción pero también en el debate político que ayude a construir pacientemente una herramienta idónea entre los explotados y las explotadas, contra el capitalismo como sistema, la causa real de la miseria y la violencia actual.

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