Liliana Rubiales
19/06/1953 – 26/04/2022
Orgullosa, como solía comentar, de haberse acercado al trotskista Partido Socialista de los Trabajadores (PST) al escuchar en la calle la consigna “No vote patrones, burócratas ni generales” en la campaña electoral del año 1973, transitó el terrorismo de la Triple A y luego el de la dictadura bajo la clandestinidad, como miles de compañeros y compañeras. Siempre laburante, en el gremio bancario y luego en prensa, dentro del Movimiento Al Socialismo (MAS) se incorporó a trabajar en la estructura misma del partido donde luego –en los años 1991/1992, ya en el marco de la crisis– conforma la Tendencia Leninista Trotskista (TLT) orientada por su camarada Jorge Guidobono.
Poco tiempo después, tras una larga lucha política y metodológica, y asumiendo la imposibilidad de continuar aquella construcción de la que habían sido parte durante muchos años, el 10 octubre de 1992 fundan junto a unas decenas de compañeros y compañeras la Liga Socialista Revolucionaria (LSR) que, el 3 de noviembre, saca a la calle su primer número de Bandera Roja. Fue una apuesta arriesgada, por una construcción diferente en método y orientación política, solo que en plena ofensiva mundial del capitalismo en todos los terrenos, y con extremas precariedades materiales para una pequeña organización que comenzaba “de cero”. Basta mencionar como un ejemplo más el hecho de que tal decisión le costó la expulsión de su trabajo asalariado en el MAS, nada menos que en los inicios de la década de 1990.
A caballo de un trabajo cotidiano incesante, de producción política e intervención, que pudiera responder a los hechos de la lucha de clases –la edición de la prensa, la implementación práctica de propuestas por el reagrupamiento de la izquierda y del socialismo revolucionario, la formación política de jóvenes, la organización en la Liga de nuev@s y viej@s compañer@s, la apertura y seguimiento en los frentes de intervención, etc.– siempre a contracorriente de los vientos reaccionarios que soplaban, Liliana se templó y forjó junto a Guidobono una LSR que sobrevivió al vendaval de la década con un perfil propio y supo hacerse un lugar, poco a poco, modesta pero seriamente, entre la vanguardia y las izquierdas.
Claro que más golpes irían a sumarse a lo largo de su vida política y afectiva, como ocurre a tantas personas. Y como pocas personas, en equipo y con organización, desde lo colectivo, supo hacerles frente, a veces con más éxito que otras. Pero le llegó el peor y más inesperado de todos los golpes, cuando Jorge Guidobono, su “amarra”, su dirigente, como ella lo supo definir, muere en setiembre de 2007. De golpe la LSR se queda sin su mayor dirigente político, su orientador, la figura “pública” y de peso histórico. Solo que Liliana, además, se queda sin su entrañable camarada de la vida. Para much@s y sobre todo para ella, estaba claro que allí concluía una etapa de lo más enriquecedora en la vida de nuestra organización. Su tenacidad y su capacidad de trabajo infinita, la entrega física y moral a tiempo completo, todo ese bagaje político cultivado a lo largo del tiempo se puso a prueba para recogernos a tod@s quienes quisiéramos continuar dando una pelea bajo los mismos trazos gruesos, con las herramientas que se tuvieran a mano.
La LSR reconstruyó sus pedazos durante los años siguientes sobre los hombros de La Rubia. “Siempre con política” –como había aprendido de Jorge– debíamos salir adelante. Y la política es un todo: local, publicación, militancia callejera y paciencia en el debate político. Y todo eso es trabajo, tiempo, brazos, pies y cabeza. Poco a poco se recuperó la dinámica militante, la incorporación de nuev@s compañer@s, el acercamiento y actividades con otros grupos y personalidades que compartieran la lucha cotidiana contra el Estado, como así también la maduración política de otr@s compañer@s.
Sin dudas que su paso por la vida echó raíces. Sin dudas su inteligencia, su generosidad enorme, su trabajo militante, su condición obrera, su orientación política de clase, su método de conducirse leal y transparentemente no sólo construyó un grupo de militantes tras el golpe que significó la partida de Guidobono sino que nos ayudó a much@s, como ella misma quería, a ser “mejores personas en la vida”.
A sus camaradas, a quienes se la cruzaron en la vida, al trotskismo, se nos fue una revolucionaria socialista de cuerpo entero, una militante tenaz de pensamiento irreverente y revulsivo, inteligente y solidaria, una atea irreconciliable, laburante de la vida y sobre todo de la organización.
