NEOFASCISMOS: entre convenciones y elecciones, avanza
El fascismo “original”, hace un siglo, hizo un uso abrumador de dispositivos de propaganda política, algunos tradicionales, como los desfiles, otros novedosos, como la radio y el cine.
Desde el fin de la segunda guerra mundial, la extrema derecha burguesa ha querido salir de la marginalidad a la que la derrota del fascismo la empujó.
Es evidente que, de un tiempo a esta parte, lo ha logrado. Su ideología es ya parte del sentido común hegemónico, y a nivel global, vemos variopintas expresiones de ultraderecha llegar al poder, o influenciar al resto de las fuerzas políticas institucionales con su discurso y programa.
Un elemento novedoso en su propaganda, son las “convenciones” de ultraderecha. Diferenciándose de los foros tradicionales de la gran burguesía (como Davos), en los encuentros como la ya célebre CPAC (Conferencia Política de Acción Conservadora), los dirigentes y referentes del neofascismo participan de una entrevista televisada, o hacen intervenciones ante los asistentes. La CPAC ya existía hacía rato, era un órgano interno del Partido Republicano, donde los políticos tradicionales hacían sus discursos tradicionales y no interesaba mucho a nadie. Trump lo convirtió en otra cosa, un foro de su movimiento MAGA (Hacer a América grande de nuevo) para reproducirlo hacia su público a nivel local y global, donde quien asista pagando una entrada (o al video desde cualquier lugar del mundo) va a poder ver a uno de sus referentes hacer el saludo nazi o despotricar contra minorías.
De ese show participó Milei, cuyo video entregando la motosierra a Musk (“Es de verdad”), y su patética aparición de reparto cuanto este subía al escenario, circularon probablemente más allá de EEUU y Argentina.
En tanto, en Alemania el “debate” de campaña frente a las recientes elecciones generales estaba centrado en la criminalización de las personas migrantes. Hubo leyes previas a las elecciones que dieron a las autoridades mayores facultades para mantener a migrantes en campos de detención, disminuyeron montos de ayuda social a los que pueden acceder y habilitaron expulsiones exprés para casos con antecedentes en otros países, o si regresaran de viaje a su país de origen.
Durante la campaña, Elon Musk participó apoyando explícitamente a Alternativa para Alemania (AfD), el partido neonazi. Incluso con un video en el lanzamiento de la fórmula para las elecciones, y llamando a su máxima referente, Alice Weidel, para felicitarla, después de conocidos los resultados que demostraron que AfD fue el partido que más creció, quedando segundo.
Por más que al futuro gobierno salido de estas elecciones lo vayan a encabezar los demócratas cristianos, que terminaron primeros, la tendencia a la derechización más extrema de gran parte de la burguesía está lejos de haber acabado. Esta vez, esta agenda, no se sustenta en un ascenso de la lucha de clases, se impone desde un sector cada vez más hegemónico de la burguesía, que viene por todo.
Todas las fuerzas, salvo La Izquierda (Die Linke), votaron con AfD estas reformas de políticas migratorias que mencionamos, lo que muestra qué rápido se desmoronará el “cordón sanitario” en torno a los neonazis y sus políticas. Mientras formalmente gran parte del espectro institucional alemán (y mundial) sigue condenando los crímenes del nazismo, en los hechos reivindican sus premisas ideológicas.
La pátina humanista es lo primero que se descascara del decadente edificio del Estado burgués. La criminalización, marginalización y persecución de minorías de las clases dominadas son una herramienta fundamental para disminuir el nivel de vida de la clase en su conjunto, y no solo de quiénes sufren estas políticas represivas directamente.
El ascenso de una nueva “incorrección política” en sectores de la política burguesa, que representan cabalmente Trump y Milei a nivel mundial es algo que también capitaliza AfD. Los socialdemócratas capitanearon una Alemania que fue quién más perdió con el conflicto entre Rusia y Ucrania. El aumento del costo de la energía y, consiguientemente, de la vida en general, fueron muy perjudiciales para su economía. El episodio del sabotaje del Nord Stream 2 por parte de EEUU y el silencio del gobierno alemán, también demostraron la incapacidad de la gestión socialdemócrata. AfD siempre se opuso al conflicto y la socialdemocracia fue quién más se hundió en los resultados.
Como en otros escenarios, la retórica de la derecha extrema también aprovecha el descontento de grandes sectores de las clases trabajadoras que ven su nivel de vida declinar de manera constante en las últimas décadas. Esto es especialmente cierto para los territorios que componían la ex Alemania Oriental, donde AfD se alzó como la principal fuerza.
En tanto, entre la juventud la más votada fue Die Linke, especialmente entre las mujeres. Se perfila un escenario de mayor polarización. Solo las clases trabajadoras organizadas y movilizadas podrán detener al nuevo fascismo que asciende.
Lotte Rid